La presencia de urticaria en pacientes con COVID-19 es un hallazgo comúnmente informado. Desde la perspectiva de tratamiento, los antihistamínicos orales de segunda generación parecen ser una primera opción prudente.

Últimamente, ha habido un interés creciente con respecto a las manifestaciones dermatológicas en COVID-19. La urticaria es un hallazgo comúnmente informado entre los pacientes con COVID-19.

Detección de urticaria en pacientes con COVID-19

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Estudio retrospectivo (n: 140) el 11,4% de los pacientes tenían hipersensibilidad a los medicamentos y el 1,4% tenían urticaria.

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En un informe de Italia, 18/88 (20,5%) pacientes tenían manifestaciones dermatológicas, y 3 pacientes informaron urticaria generalizada.

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Según una revisión, 88/256 (34,3%) pacientes en 16 estudios demostraron manifestaciones cutáneas, principalmente como erupción eritematosa maculopapular, urticaria o erupción vesicular.

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Estudio prospectivo que incluyó 375 casos de COVID 19, la urticaria estuvo presente en el 19% de los casos, con una duración media de 6,8 días.

El momento de aparición de la urticaria fue variable

Las lesiones aparecieron antes, al inicio  o 48 horas después del comienzo de la fiebre. En la mayoría de los casos, el diagnóstico de urticaria se realizó clínicamente y se prescribieron antihistamínicos orales de 2ª generación con resultados satisfactorios.

La urticaria podría tener relación con la gravedad en pacientes con COVID-19

Aunque las manifestaciones cutáneas no se correlacionaron con la gravedad de la enfermedad en la mayoría de los informes de casos, el estudio prospectivo de España sugirió que la presencia de urticaria y lesiones maculopapulares se asociaron con una enfermedad COVID 19 más grave y una mortalidad más alta  del orden del 2%.

Se cree que la fisiopatología de la urticaria en COVID-19 es multifactorial

Si bien la urticaria inducida por medicamentos puede ser una explicación obvia, la urticaria precedió a la terapia con medicamentos o mostró una remisión espontánea a pesar de la continuación de la terapia para COVID-19, lo que sugiere que los medicamentos por sí solos pueden no explicar muchos casos. Un papel directo de la degranulación de los mastocitos inducida por virus puede ser una posibilidad.

Se ha sugerido que el depósito de complejos antígeno-anticuerpo que conducen a la activación del complemento y la degranulación de los mastocitos, así como la participación de la bradicinina, son mecanismos de urticaria inducida por virus o vasculitis urticariana. Recientemente se ha demostrado la co-localización de las glicoproteínas del SARS-CoV-2 con componentes del complemento en los vasos sanguíneos cutáneos.

Además, los pacientes con infección por COVID-19 muestran con frecuencia un aumento en los niveles circulantes de interleucina-6, y el mismo mediador también tiene un posible papel en la patogenia de la urticaria.

Finalmente, los pacientes con COVID-19 enfrentan un estrés psicológico significativo y un impacto adverso en la salud mental y se conoce que tanto la urticaria aguda como la crónica están asociadas con el estrés psicológico.

Sugerencias en urticaria en COVID-19

Con la mirada puesta en la literatura publicada, los autores del artículo realizan algunas sugerencias con respecto a la urticaria en COVID-19:

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Cualquier urticaria de inicio agudo con pirexia, con o sin síntomas respiratorios, si tiene contacto con un sospechoso o paciente, debe ser evaluado para la infección por COVID-19.

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En pacientes con urticaria refractaria y/o morfología atípica, la decisión de realizar una biopsia cutánea y un examen histopatológico debe ser individualizado.

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Para el tratamiento sintomático de la urticaria, se pueden utilizar dosis estándar de antihistamínicos H1 potentes, de segunda generación, no sedantes (por ejemplo, levocetirizina, fexofenadina) en dosis de dos veces al día.

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Debe evitarse el uso de inmunosupresores como ciclosporina incluso en pacientes con urticaria crónica refractaria.

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Se puede considerar el uso de omalizumab en la urticaria grave que no responde. Aunque todavía faltan recomendaciones específicas sobre la urticaria en COVID-19 y no existen datos relevantes, la declaración de la Asociación Británica de Dermatólogos del 26 de marzo de 2020 (https://www.sps.nhs.uk/articles/summary-of-covid-19-

medicines-guidance-skin-disorders/) permite el uso de omalizumab en la era de la pandemia. Las 2 primeras dosis de omalizumab deben administrarse en el hospital y las dosis posteriores pueden autoadministrarse en el domicilio.

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Debe evitarse el uso generalizado de corticosteroides sistémicos en COVID-19 debido al riesgo potencial de replicación viral prolongada. Sin embargo, la decisión de usar corticosteroides en la urticaria debe individualizarse y considerarse solo cuando los beneficios potenciales superen los riesgos involucrados en su uso. Si se emplean, deben usarse durante el menor tiempo posible para controlar los síntomas y cambiar rápidamente a medicamentos como omalizumab tan pronto como sea posible.

Es demasiado pronto para determinar una prevalencia precisa de urticaria en COVID-19 y la comprensión completa de los mecanismos fisiopatológicos puede llevar tiempo. Los datos hasta ahora son relativamente escasos y, en ocasiones, incomparables. A medida que se realicen más estudios, la ciencia médica estará en una mejor posición para dilucidar el enigma de la urticaria en COVID-19.

Bibliografía

Akanksha Kaushik1 et al. Urticaria in the times of COVID-19. Dermatol Ther. 2020 Jun 12;e13817. doi: 10.1111/dth.13817. Online ahead of print

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